El Karate-do es un arte marcial destinado al desarrollo del carácter a obstáculo, tangible o intangible. Decidir solamente quién es el vencedor y quién ha salido a través del entrenamiento práctico, de tal manera que el karateka quede capacitado para superar cualquier obstáculo, no es jamás su objetivo final.
El Karate-do es una disciplina consagrada a la autodefensa, que se ejecuta con las manos vacías y el cuerpo desarmado. Los brazos y las piernas se adiestran sistemáticamente para conseguir que el ataque lanzado por sorpresa, por un enemigo, pueda ser controlado efectivamente con una demostración de potencia tan grande como empleando armas reales. En la instrucción “ad-hoc” para dominar todos los movimientos del cuerpo, tales como son las flexiones, los saltos y las posturas equilibradas, aprendiendo a desplazar las extremidades y el tronco con cinética libre y uniforme, disponiendo de locomotividad completa en cada dirección: hacia delante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, a la izquierda y a la derecha. Sus técnicas son gobernadas perfectamente por la voluntad de cada karateka, dirigiéndose hacia el blanco con presición y espontaneidad. La esencia de todas ellas se concentra en el kimé. Su significado más expresivo cabe definirlo diciendo que se trata de un ataque explosivo, en el tiempo más corto posible, con uso de la técnica apropiada y aplicación de la energía máxima.
Hace muchos años existía la expresión Ikken Hissatsu, que significa: “matar con un solo golpe”; pero deducir de aquí que dar muerte es el objetivo, no sólo resulta peligroso, sino que es estar totalmente equivocado. El kimé debe acompañar a un ataque, un puñetazo o una patada, pero también a una defensa. La técnica a la cuál le falte kimé, no puede considerarse incluida en el Karate-Do auténtico, por mucho que se parezca a las llevadas a cabo en éste. Las competencias no se exceptúan; aunque lograr un impacto real está prohibido por la peligrosidad que encierra, dando lugar a la descalificación. El Sun-dome identifica la detención de una técnica justo antes de hacer contacto con el objetivo (un Sun representa la distancia aproximada de tres centímetros). Pero aún así, si una técnica no lleva Kimé, no pertenece al verdadero Karate-Do. La cuestión que se plantea entonces se refiere a la forma de conciliar la contradicción que existe entre Kimé y Sun-dome.
La respuesta es la siguiente: es imperativo que el blanco deseado se localice enfrente de un punto vital, pero dejando una separación pequeña entre ambos. Ahora puede atacar el lugar que ocupa el primero, centrando allí el impacto con movimiento bien dirigido y vigor máximo, pero sin alcanzar al segundo. El adiestramiento transforma las diversas partes del cuerpo en armas eficaces, capaces de ser detectadas con total libertad. La calidad exigida para conseguirlo se obtiene con el autocontrol. Antes de pensar en salir victorioso y llegar a ser campeón, cada uno debe convencerse de que necesita vencerse primero a sí mismo.